La exigencia de una cultura de la prevención forma parte sustancial de los protocolos de bioseguridad, concepto amplio que implica un conjunto de normas y medidas aplicadas en múltiples procedimientos con el propósito de proteger a la población y al personal de salud ante la posibilidad de cualquier riesgo sanitario.
Los protocolos de bioseguridad contemplan normas que contribuyen a la prevención de riesgos o infecciones derivadas de la posible exposición a agentes potencialmente infecciosos o con cargas significativas de riesgo biológico, químico o físico, como por ejemplo el coronavirus.